Para Ser Feliz, Hay Que Tener Mala Memoria
- Alfonso Lopez Espinal
- 2 dic 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 3 dic 2024

Para Ser Feliz, Hay Que Tener Mala Memoria
"Para ser feliz, hay que tener mala memoria". Lo has escuchado antes, ¿verdad? Aunque suene como una simple frase casual, encierra una verdad transformadora. Muchas veces cargamos con recuerdos del pasado que, en lugar de enriquecernos, nos atrapan. Nos atamos a momentos dolorosos que, aunque ya no existen en el presente, siguen definiendo cómo nos sentimos y cómo vivimos.
Hoy quiero hablarte de por qué aprender a soltar esos recuerdos es una de las claves para la felicidad. No se trata de ignorar lo que vivimos, sino de tomar la decisión consciente de dejar ir aquello que nos pesa y no nos deja avanzar.
Los recuerdos que cargamos como cadenas
Durante años, fui de esas personas que recuerdan todo: las palabras hirientes que alguien me dijo, los errores que cometí, las veces en las que sentí que no era suficiente. Esos recuerdos se convertían en cadenas invisibles que me ataban al pasado. Cada vez que algo en mi presente me recordaba esos momentos, revivía el dolor, la culpa o la vergüenza.
¿Te ha pasado? ¿Te has encontrado reviviendo en tu mente escenas que preferirías olvidar? Es como si esos recuerdos se instalaran en tu vida, tomando el control de tus emociones y decisiones. Lo que descubrí es que esos momentos, por más reales que fueran en su tiempo, no tienen que definir quién soy ahora.
Ahí entendí el poder de soltar. No para borrar el pasado, sino para quitarle el peso que no tiene por qué seguir cargando.
El cerebro, los recuerdos y el poder de soltar
Cuando revivimos un recuerdo doloroso, nuestro cerebro activa un mecanismo que nos hace sentir como si estuviéramos experimentándolo de nuevo. Esto sucede porque la amígdala, la parte encargada de nuestras emociones más intensas, y el hipocampo, el archivador de nuestra memoria, trabajan juntos para almacenar y revivir esos momentos.
Pero aquí está lo interesante: nuestro cerebro tiene una capacidad extraordinaria para cambiar, conocida como neuroplasticidad. Podemos enseñarle a soltar, a reducir el impacto de esos recuerdos negativos y a enfocarnos en aquello que nos trae paz y alegría.
No se trata de olvidar todo lo que hemos vivido, sino de no darle a esos momentos dolorosos más espacio del que merecen. El pasado no debe ser una sentencia; puede ser un maestro que nos ayuda a avanzar.
Clara y la lección de dejar ir
Una de mis pacientes, Clara, llegó a terapia con un peso enorme sobre sus hombros. Había pasado por una relación que terminó mal y, aunque ya había pasado más de un año, los recuerdos seguían atormentándola. Me decía: "No puedo dejar de pensar en lo que pasó, siento que no me deja en paz".
Clara no se daba cuenta de que al mantener esos recuerdos tan vivos, ella misma estaba alimentando su dolor. Cada vez que revivía las discusiones y las palabras hirientes, su cerebro reactivaba esas emociones negativas, haciendo que el sufrimiento permaneciera.
En nuestras sesiones, hablamos de la importancia de soltar conscientemente. No se trataba de ignorar lo que vivió, sino de tomar el control de cuánto espacio le daba a esos recuerdos en su presente. Fue un proceso lento, pero el cambio comenzó cuando le propuse un ejercicio que le ayudó a liberar esa carga.
La caja de los recuerdos: un camino hacia la paz
Este ejercicio es simple, pero poderoso. Se trata de una práctica de visualización que te ayuda a soltar recuerdos que te pesan emocionalmente.
Imagina que estás en un lugar tranquilo, sin distracciones. Siéntate cómodamente y respira profundamente, permitiendo que tu cuerpo y mente se relajen.
Ahora, visualiza que tienes una caja frente a ti. Puede ser del tamaño, color y material que desees. Esa caja simboliza tu decisión de soltar.
Piensa en un recuerdo que te esté afectando. No te apresures; deja que venga a ti de manera natural. Tal vez sea una discusión, un error, o un momento que sigue ocupando espacio en tu mente y corazón.
Una vez que tengas claro ese recuerdo, imagina que lo estás sacando de tu mente y colocándolo dentro de la caja. Visualiza cada detalle, cada emoción, cada parte de ese recuerdo entrando en la caja.
Cuando todo esté dentro, observa cómo la tapa de la caja comienza a cerrarse lentamente. Siente cómo, al cerrarse, estás poniendo un límite, una barrera entre ese recuerdo y tu presente.
Ahora, imagina que la caja se aleja de ti. Puede flotar hacia el horizonte, ser llevada por una corriente de agua, o incluso desaparecer en la distancia. Mientras la ves partir, repite para ti mismo: "Elijo soltar este recuerdo y recuperar mi paz".
Haz este ejercicio tantas veces como lo necesites, con cada recuerdo que sientas que está ocupando un espacio innecesario en tu vida. No estás borrando tu historia, simplemente estás eligiendo priorizar tu bienestar emocional.
La felicidad es aprender a soltar
Cuando Clara terminó este ejercicio por primera vez, me dijo algo que nunca olvidaré: "No sabía cuánto peso estaba cargando hasta que lo solté". Poco a poco, su vida comenzó a cambiar. Los recuerdos dolorosos dejaron de ser el centro de su día a día, y pudo empezar a enfocarse en construir nuevas experiencias.
Para ser felices, no necesitamos olvidar quiénes somos ni lo que hemos vivido. Lo que necesitamos es decidir conscientemente qué merece quedarse con nosotros y qué podemos dejar ir.
Soltar es un acto de amor propio, una manera de decirnos que nuestra paz y felicidad valen más que cualquier recuerdo doloroso.
La próxima vez que te encuentres atrapado en un recuerdo del pasado, pregúntate: ¿Qué pasaría si decidiera soltarlo? Tal vez descubras, como Clara, que al hacerlo recuperas algo invaluable: tu paz.
Gracias por acompañarme en esta reflexión. Recuerda que la felicidad no se trata de olvidar, sino de liberar el espacio emocional que nos permita crecer. ¡Nos leemos en el próximo artículo!
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