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Cómo establecer expectativas sanas de ti mismo

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Las expectativas forman parte de la manera en que te miras y te organizas en el mundo. Son como un mapa interno de lo que “debería” pasar con tu vida, tu rendimiento y tus relaciones. Cuando son realistas y bien calibradas, pueden ser una fuente enorme de motivación y sentido. Cuando son rígidas o irreales, se transforman en una trampa que desgasta, frustra y rompe la autoestima.

 

 

Las expectativas sanas funcionan como un reto amable. Te invitan a salir de tu zona de confort, a esforzarte, a comprometerte con tus metas. Te dan dirección:

  • ¿Hacia dónde quiero ir?

  • ¿Qué quiero lograr?

  • ¿Qué pasos puedo dar ahora?

Cuando las expectativas están alineadas con tus capacidades y tu momento de vida, cada logro refuerza tu autoestima. Te ves como alguien capaz, competente, en proceso de crecimiento. Esas expectativas son un acto de amor propio porque te impulsan sin maltratarte.

 

 

Pero ¿que pasa cuando las expectativas se vuelven una trampa?

El problema aparece cuando las expectativas son tan altas que no corresponden a tu realidad actual. No significa que “nunca” vayas a poder llegar ahí, sino que en este momento tus recursos, habilidades o contexto no alcanzan todavía para sostener esa meta.

Cuando esto pasa, ocurre una cadena bastante predecible:

  • Sientes que “nunca es suficiente”.

  • Aumenta el estrés y la autoexigencia.

  • Bajan la motivación y la autoestima.

  • Aparecen la ansiedad, la culpa y la sensación de fracaso.

Si te juzgas todo el tiempo por no llegar a un estándar imposible, terminas creyendo que tú eres el problema, en lugar de ver que el problema está en cómo estás formulando tus expectativas.

 

Ahora bien, ¿de dónde salen esas expectativas tan altas?

 

1. Presión social y familiar

Vivimos en una cultura que glorifica el éxito, la productividad y la perfección. Redes sociales llenas de vidas “perfectas”, carreras impecables, cuerpos ideales, parejas felices. Todo parece fácil, rápido y sin errores.

A eso se suman, muchas veces, las expectativas de la familia:

  • “Tú tienes que llegar más lejos”.

  • “Con todo lo que hemos hecho por ti, debes aprovecharlo”.

  • “En esta familia siempre… (triunfamos, sobresalimos, etc.)”.

Sin darte cuenta, empiezas a sentir que tienes que estar a la altura de un estándar que nadie puede cumplir todo el tiempo.

 

2. Comparación constante con los demás

Compararte con otros es una de las formas más rápidas de construir expectativas irreales. Ves lo que los demás logran y piensas:

“Si él/ella puede, yo también debería”.

El problema es que no ves todo el contexto: su historia, sus recursos, sus privilegios, su momento de vida. Solo ves el resultado final. Y desde ahí construyes un “debería” que no toma en cuenta tus propias fortalezas, debilidades y circunstancias.

 

3. Creencias irracionales sobre tu valor

Algunas ideas internas alimentan expectativas imposibles, por ejemplo:

  • “Si no lo hago perfecto, no vale”.

  • “Mi valor depende de mi rendimiento”.

  • “No puedo fracasar”.

Cuando tu valor como persona se confunde con tus logros, cada caída se siente como una prueba de que “no sirves”. Entonces subes aún más las expectativas, intentando demostrarte que sí vales, y entras en un círculo sin fin.

 

4. Éxitos pasados mal interpretados

Haber tenido éxito antes puede jugarte en contra si lo conviertes en una regla interna:

“Si una vez lo logré, siempre tengo que rendir igual o mejor”.

Esto ignora algo básico: la vida está llena de altibajos. No eres una máquina. Hay momentos brillantes y momentos de pausa, de aprendizaje, de reconstrucción.

¿Cómo puedes empezar a ajustar tus expectativas?

 

1. Reconoce que algunas expectativas son irreales

Este es el paso más difícil: admitir que algo que llevas años exigiéndote quizás no es realista hoy. Pregúntate:

  • ¿Esta meta toma en cuenta mi contexto real?

  • ¿Estoy pidiendo un cambio gradual o un salto imposible?

  • ¿Esta expectativa me motiva o me aplasta?

Si lo que sientes la mayor parte del tiempo es presión, ansiedad o vergüenza, es una señal de que tus expectativas necesitan revisión.

 

2. Aterriza tus objetivos al presente

En lugar de quedarte solo con la meta grande (“quiero correr un maratón”, “quiero ser director”, “quiero montar mi propia empresa”), pregúntate:

  • ¿Cuál sería el siguiente paso realista para mí hoy?

Por ejemplo, si quieres correr un marathon, puedes comenzar diciendo que empezras con una carrera de 5Km y para lograrlo, debes empezar a entrenarte con 2km, con esto quiero mostrarte que no estás renunciando a tu sueño; estás construyendo un puente realista para llegar ahí.

 

3. Revisa qué creencias hay detrás

Observa frases internas como:

  • “Debo”.

  • “Tendría que”.

  • “No puedo fallar en esto”.

Pregúntate:

  • ¿Quién me enseñó a pensar así?

  • ¿Esta regla me ayuda o me destruye?

  • ¿Qué pasaría si me permitiera avanzar más lento, pero con menos culpa?

 

4. Practica una autoexigencia más humana

No se trata de bajar los brazos, sino de cambiar el tono interno. En vez de:

“Tienes que lograrlo ya, o eres un fracaso”,

probar algo más cercano a:

“Quiero crecer en esto. Voy a avanzar paso a paso y aprender en el camino”.

La diferencia parece pequeña, pero a nivel emocional es enorme.

 

 

Tus expectativas no definen tu valor

Al final, conviene recordar algo básico: las expectativas son ideas, no sentencias. No son tu valor, no son tu identidad, no son tu destino.

Lo que sí habla de ti es:

  • Que te esfuerces dentro de tus posibilidades reales.

  • Que seas capaz de ajustar el rumbo cuando algo no funciona.

  • Que aprendas de tus errores en lugar de usarlos para atacarte.

  • Que celebres también los avances pequeños, no solo los grandes hitos.

Cambiar expectativas irreales no es un acto de mediocridad, es un acto de respeto hacia ti. Es elegir crecer de una forma que tu mente, tu cuerpo y tu vida sí puedan sostener.

 
 
 

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L’accompagnement proposé s’inscrit dans un cadre non médical et non psychothérapeutique.
Les approches utilisées — dont la Gestalt, l’hypnose, l’EMDR et le coaching — visent le mieux-être, la régulation émotionnelle 
et le développement personnel.
Je suis praticien formé à l’EMDR selon les standards de l'association EMDR Europe.

@2024 Alfonso Lopez

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