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Lo que resistes, persiste: La paradoja de la resistencia emocional y el poder de la aceptación




¿Te ha pasado que, por más que intentas ignorar o evitar un problema, este parece crecer en lugar de desaparecer? Es como si, cuanto más te resistes a enfrentarlo, más fuerte se volviera. Este fenómeno no es casualidad, sino una paradoja psicológica que Carl Jung resumió en una frase contundente: “Lo que resistes, persiste”.

En este artículo, profundizaremos en cómo la resistencia a nuestras emociones y problemas puede perpetuarlos, y cómo la aceptación y la conciencia pueden ser herramientas poderosas para transformar lo que nos aflige. Además, exploraremos estrategias prácticas para soltar la resistencia y abrazar la aceptación en nuestra vida diaria.


¿Qué significa realmente “lo que resistes, persiste”?

La frase “lo que resistes, persiste” sugiere que, al oponernos activamente a algo —ya sea una emoción, un pensamiento o una situación—, le damos más energía y poder. Por ejemplo, si sientes ansiedad y tratas de reprimirla, es probable que esta emoción se intensifique. Esto ocurre porque la resistencia actúa como un refuerzo negativo: en lugar de resolver el problema, lo amplifica.

La psicología moderna respalda esta idea. Según la Teoría de la Aceptación y Compromiso (ACT), desarrollada por Steven Hayes, intentar controlar o suprimir las emociones difíciles puede llevar a un aumento del malestar psicológico. En lugar de luchar contra lo que sentimos, la ACT propone aceptar estas emociones como parte de la experiencia humana y enfocarnos en acciones alineadas con nuestros valores (Hayes et al., 1999).


La resistencia como fuente de sufrimiento

Cuando nos resistimos a algo, no solo le damos más fuerza, sino que también añadimos una capa extra de sufrimiento. Por ejemplo, si sientes tristeza y te dices: “No debería sentir esto, tengo que ser fuerte”, estás sumando juicio y frustración a la emoción original. Este proceso se conoce como sufrimiento secundario, un concepto clave en la terapia cognitivo-conductual.

El sufrimiento secundario ocurre cuando reaccionamos negativamente a nuestras propias emociones o pensamientos. En lugar de permitir que la tristeza, el enojo o la ansiedad fluyan naturalmente, nos enredamos en una lucha interna que solo aumenta nuestro malestar.


Un ejemplo de aceptación

Clara era una persona que evitaba los conflictos a toda costa. Si alguien la incomodaba, sonreía y guardaba silencio. Si sentía tristeza o frustración, se distraía con trabajo, redes sociales o ejercicio excesivo. Sin embargo, con el tiempo, esas emociones comenzaron a manifestarse como dolores de cabeza, insomnio y una sensación de vacío.

Un día, después de una discusión difícil, Clara decidió hacer algo diferente: en lugar de ignorar sus emociones, se sentó con ellas. Respiró profundamente y permitió que la tristeza estuviera presente, sin juzgarla ni intentar cambiarla. Para su sorpresa, en lugar de sentirse abrumada, experimentó un alivio que no había sentido en años.

Clara descubrió que lo que resistía no era la tristeza o el conflicto en sí, sino su miedo a enfrentarlos. Al aceptar sus emociones, dejó de darles poder y encontró la paz que tanto buscaba. Esta experiencia ilustra un principio fundamental de la psicología: la aceptación es el primer paso hacia la transformación.


Cómo soltar la resistencia y abrazar la aceptación

Soltar la resistencia no significa rendirse o conformarse. Significa dejar de luchar contra lo inevitable y encontrar una forma más sabia de relacionarte con tus experiencias. Aquí tienes algunas herramientas prácticas para lograrlo:

  1. Reconoce lo que estás resistiendo

    A veces, ni siquiera somos conscientes de lo que estamos evitando. Pregúntate: “¿Qué emoción, pensamiento o situación estoy tratando de evitar en este momento?”. Identificar la resistencia es el primer paso para soltarla.

  2. Permítete sentir sin juicio

    Cuando una emoción difícil aparezca, no la reprimas. Siéntela plenamente, como si estuvieras observándola desde afuera. Date permiso para estar incómodo, sabiendo que esa incomodidad es temporal. Como dijo el psicólogo Carl Rogers: “Lo curioso es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar” (Rogers, 1961).

  3. Respira y observa

    Usa tu respiración como una herramienta para mantenerte presente. Mientras respiras, observa cómo se siente tu cuerpo y tus pensamientos, sin intentar cambiarlos. La atención plena (mindfulness) es una práctica poderosa para cultivar la aceptación.

  4. Acepta lo que no puedes controlar

    Hay cosas en la vida que simplemente no están en nuestras manos. Aceptarlas no significa que te rindes; significa que eliges enfocarte en lo que sí puedes cambiar. Esta idea es central en la filosofía del estoicismo y en terapias como la ACT.

  5. Haz espacio para lo que sientes

    En lugar de tratar de llenar cada momento de distracciones, crea un espacio intencional para estar contigo mismo y procesar lo que está pasando. Puede ser meditando, escribiendo en un diario o simplemente tomando unos minutos de silencio.


Ejercicio práctico: Soltando la resistencia

Te invito a probar este ejercicio ahora mismo:

  1. Cierra los ojos y piensa en algo que te cause incomodidad o estrés.

  2. Identifica cómo se siente en tu cuerpo. ¿Es una tensión en el pecho? ¿Un nudo en el estómago? Simplemente nota dónde está.

  3. Ahora, respira profundamente y permite que esa sensación esté presente, sin intentar cambiarla o eliminarla. Dite a ti mismo: “Está bien sentir esto. No necesito resistirme.”

  4. Observa cómo esa emoción o sensación comienza a suavizarse o transformarse con el tiempo.

Este ejercicio no resolverá todo de inmediato, pero te ayudará a practicar la aceptación y a reducir el poder de la resistencia.


La próxima vez que te encuentres resistiéndote a algo, recuerda que tienes la opción de soltar esa lucha y abrirte a lo que sea que esté presente. Como dijo el maestro budista Thich Nhat Hanh: “La paz está en cada paso. No hay camino hacia la paz; la paz es el camino” (Hanh, 1991).

La aceptación no es un signo de debilidad, sino un acto de sabiduría. Al soltar la resistencia, no solo encontramos alivio, sino también la posibilidad de transformar lo que nos aflige.


Si este artículo resonó contigo y deseas explorar más sobre cómo trabajar con tus emociones, no dudes en buscar apoyo profesional. La aceptación es un proceso, y no tienes que recorrerlo solo.


Referencias bibliográficas

  • Jung, C. G. (1933). Modern Man in Search of a Soul. Harcourt Brace.

  • Rogers, C. (1961). On Becoming a Person: A Therapist's View of Psychotherapy. Houghton Mifflin.

  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (1999). Acceptance and Commitment Therapy: An Experiential Approach to Behavior Change. Guilford Press.

  • Hanh, T. N. (1991). Peace Is Every Step: The Path of Mindfulness in Everyday Life. Bantam Books.


¡Hasta la próxima!

 
 
 

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